Dormir bien no solo implica descansar el cuerpo, sino también mantener en equilibrio aspectos clave de nuestra salud mental y emocional. Aunque es común subestimar su impacto, la calidad del sueño influye directamente en el estado de ánimo, la capacidad de concentración, el sistema inmunitario y hasta en el apetito. Establecer una rutina nocturna coherente puede facilitar que el cuerpo y la mente entren en un ritmo que favorezca un descanso más reparador.
Anuncio
Uno de los primeros pasos para mejorar el descanso es fijar un horario de sueño constante, incluso los fines de semana. Irse a la cama y despertarse a la misma hora ayuda a sincronizar el reloj biológico y favorece una transición más natural entre el estado de vigilia y el de descanso. Este hábito, cuando se mantiene durante varias semanas, puede hacer que conciliar el sueño sea más sencillo y el despertar más ligero.
Reducir el uso de pantallas al menos una hora antes de acostarse también puede ser beneficioso. La exposición prolongada a la luz azul que emiten los móviles, ordenadores y televisores puede interferir con la producción de melatonina, una hormona relacionada con el sueño. Sustituir ese tiempo por actividades más tranquilas como leer un libro, meditar o simplemente escuchar música suave puede preparar al cuerpo para el descanso.