Vivir en un piso pequeño o compartir casa no tiene por qué traducirse en desorden o incomodidad. A menudo, no se trata tanto del tamaño como de la forma en que usamos el espacio disponible. Con unos cuantos ajustes prácticos, es posible ganar funcionalidad sin necesidad de hacer reformas ni invertir grandes cantidades. La clave está en observar, reorganizar y dar nuevos usos a lo que ya tenemos a mano.
Anuncio
Uno de los pasos más útiles es comenzar por revisar qué objetos realmente se utilizan a diario. Muchas veces acumulamos cosas por costumbre, sin darnos cuenta de que ocupan un lugar valioso. Un armario lleno de utensilios que solo se emplean una vez al año puede aligerarse fácilmente con una pequeña limpieza consciente. Dejar solo lo esencial libera estanterías y permite reorganizar el resto de forma más lógica.
Aprovechar las paredes puede marcar una gran diferencia. En lugar de sobrecargar estanterías bajas o llenar cajones hasta el tope, instalar ganchos, barras o pequeñas repisas flotantes puede resultar muy práctico. En la cocina, por ejemplo, colgar utensilios o sartenes que se usan a diario ahorra espacio en los armarios y agiliza las tareas. Lo mismo ocurre en el baño o en la entrada: un par de percheros bien colocados pueden evitar el caos diario.