Ahorrar electricidad en casa no implica vivir con menos comodidad. A menudo, pequeñas decisiones cotidianas pueden marcar una diferencia notable en la factura a final de mes. Se trata más de ser conscientes del uso que hacemos de los dispositivos que de renunciar a ellos. Además, con la situación energética actual, adoptar hábitos más responsables es beneficioso tanto para el bolsillo como para el medio ambiente.
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Uno de los gestos más sencillos y eficaces es desenchufar los aparatos que no se están utilizando. Muchos dispositivos, como cargadores, televisores o microondas, siguen consumiendo energía aunque estén apagados. Esto se conoce como “consumo fantasma” y puede representar un porcentaje significativo del gasto mensual. Usar regletas con interruptor facilita mucho este hábito y evita que se queden enchufados por descuido.
Aprovechar la luz natural durante el día también es una estrategia práctica. Subir las persianas por completo, colocar escritorios cerca de ventanas o elegir cortinas ligeras puede reducir la necesidad de encender lámparas. En estancias con menos entrada de luz, optar por bombillas LED de bajo consumo es una buena alternativa. Aunque son más caras al principio, su durabilidad y eficiencia compensan a medio plazo.