El uso eficiente de los electrodomésticos es otro aspecto clave. Llenar bien la lavadora o el lavavajillas antes de ponerlos en marcha, elegir programas eco cuando sea posible y evitar abrir la nevera constantemente ayuda a mantener el consumo bajo control. También conviene revisar periódicamente que los aparatos funcionen correctamente, ya que un electrodoméstico en mal estado puede consumir más de lo necesario.
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En invierno, ventilar la casa durante unos minutos al día es suficiente y evita pérdidas térmicas prolongadas. Si se utiliza calefacción, mantener las puertas cerradas y colocar burletes en ventanas o bajos de puertas ayuda a conservar la temperatura. Por otro lado, en verano, bajar las persianas en las horas de más sol puede mantener la casa fresca sin necesidad de aire acondicionado.
Finalmente, llevar un pequeño registro mensual del consumo permite detectar patrones y ajustar hábitos con más precisión. Comparar las facturas con las del año anterior o usar aplicaciones de seguimiento puede motivar a seguir con buenas prácticas. Cada pequeño cambio, aunque parezca insignificante, contribuye al objetivo global de optimizar el uso de energía sin afectar al confort diario.